El recuerdo, el error, ella y yo

Había entrado; ella estaba allí como todos los días sentada encima de una mesa, la miré, no se enteró, me fui pensando en ella como hacía cada vez que la miraba. Simplemente era la monotonía de un día más entre tantos.
Pasaran tres horas.
Otra vez la misma estampa, los mismos grupitos, otra vez ella… y yo. Era la hora del descanso, nos tropezaramos, me saludó y la saludé. Otra vez mi mente volvió a ella, medio minuto más perdido pensando en algo que nunca fue como mi mente querría pintarlo, viniera un amigo y me dijera que me tenía que contar algo, nos fuéramos a dar un paseo y me contara y le aconsejara y me diera las gracias, sonara el timbre, otra vez a trabajar.
Pasaran tres horas.
Ya se acabara el día académico; era la hora de la salida;  yo me fui, ella se fue, todos nos fuimos, simplemente no me habló. Nunca nos lleváramos mucho, simplemente seguíamos la orden que dicta el resonar metálico del timbre. Me quedé pensando en ella otra vez, ya van por tres veces, me pregunté en qué irá ella pensando.


Alguien me grita: ¡GABRI, ESPABILA, QUE TE ESTOY LLAMANDO DESDE HACE CINCO MINUTOS!


Mi pasado me atormenta por momentos, no soporto mis errores, recuerdo que algo hice mal con ella, por suerte el presente es mi terapia de choque.

Ahora sí, continúo mi día entre pupitres y pizarras y alguna que otra ojeada en la memoria de esas cosas que recuerdas cuando no deberías.

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