SIN TÍTULO
Abrió los ojos entre lágrimas, soyozos, palabras sin sentido.
Incorporándose pudo oler el sudor que caía de su frente y el rugido de sus hambrientas tripas.
Sin fuerzas preparó su desayuno. Junto a la taza se encontraba el mando de la TV, la encendió.
Con grandes paladas de cereales intentaba apagar las llamas hambrientas que resonaban en sus tripas, pero estas no cesaban.
Dirigió su mirada a la TV pero esta no se escuchaba, con angustia subía el volumen pero sin exito;
de pronto sintió un frío que helaba las venas, resonaban los camiones al pasar junto a ella, coches a gran velocidad, sentía que el mundo se le derrumbaba y de repente se despertó.
Dándose cuenta de que ella seguía ahí, en la calle, en el suelo frío, que todo lo había soñado.
Los fríos días de invierno pasaban, y ella continuaba allí, con su lata vacía.
Pasaron tantos días sin comer, sin beber, sin dormir, hasta que dejó de sentir frío y en ese momento recibió a la muerte como un viejo amigo y como iguales levantaron el vuelo.
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