Momentos
Nos pasábamos la semana buscando el momento perfecto. Ese punto muerto que marcara nuestra mañana. Y esa era nuestra forma de acortar esos tres meses que quedaban para decirle adiós al instituto. Después de otros seis ya había confianza, y cada día más momentos casi perfectos, pero efímeros. Se había convertido en rutina dar un beso al llegar y otro al marcharse, compartir el radiador, hacerse cosquillas, robarnos cosas, buscar la inspiración en el techo, hacer grupos, andar al mismo paso, intercambiar gorras, estar callados, mirarnos con una sonrisa, hacer apuestas, abrazarnos, acariciar mejillas, subirnos a las mesas, mandarnos notas por el suelo, prestarnos dinero, cambiarnos de sitio, pintar en el encerado...
Nos decían que aún quedaba mucho curso por delante, pero nosotros sabíamos que ese tiempo se nos iba a escapar de las manos, por eso intentábamos aferrarnos a esos instantes de felicidad que pronto echaríamos tanto de menos, sin poder evitarlo. Tanto tiempo juntos nos hizo darnos cuenta de lo mucho que necesitamos sentirnos queridos, importantes, especiales. Y de lo valiosos que son esos momentos que nos hacen crecer juntos, y sobre todo, reír juntos. Nos íbamos más lejos de lo que creíamos...
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