Disparo


Tal vez era un monstruo por dejarlo irse, por permitir que ese corazón suyo se perdiera en un mar de sangre, el corazón de la única persona  que alguna vez confió en mí, quería bajar el arma, pero no podía, así que simplemente cerré los ojos y cuando los volví a abrir ya había extendido sus alas y volaba feliz a un mundo libre donde, quizás, algún día nos reencontremos.

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